Estas metodologías son innovadoras, activas e inclusivas porque
sitúan al alumnado en el centro de su proceso de aprendizaje.
Por un lado, el
ABP parte de las necesidades e intereses que tiene nuestro alumnado de aprender
algo nuevo, de esa pregunta que se hace previamente para conectar su experiencia
con los aprendizajes nuevos. Los procesos cognitivos de conocer, comprender,
analizar y aplicar de la Taxonomía de Bloom son necesarios para que el
aprendizaje se dé. Esta conexión dirige todo el proceso de enseñanza y
aprendizaje. Una enseñanza significativa y práctica, unos aprendizajes para la
vida real que le van a permitir a nuestro alumnado alcanzar unas competencias
claves que va a necesitar para un futuro demandante de nuevas habilidades de
adaptación, de investigación-acción y de resolución de problemas prácticos.
El
alumno se convierte ahora en protagonista del proceso de enseñanza y
aprendizaje, en agente proactivo que decide qué, cómo y cuándo aprender.
Desde
mi experiencia, El ABP llegó a mi centro anterior hace varios años, como
consecuencia al cambio que nos vimos obligados a tomar, especialmente el equipo
directivo de entonces, para mejorar la situación en la que nos encontramos el
centro. Se trataba de minimizar las debilidades que teníamos, como la movilidad
del profesorado, y potenciar las fortalezas, las más importante, las ganas que
tenían las familias de participar en el colegio. Como consecuencia de ello, nos
convertimos comunidad de aprendizaje y potenciamos la participación de las
familias en la vida del centro. Sin embargo, nos preocupaba el bajo nivel
académico de nuestros alumnos, por lo que nos vimos en la necesidad de abrir
nuestro centro a nuevas experiencias de aprendizaje colaborativo que motivaran a
nuestros alumnos hacia el aprendizaje. Así empezamos con el ABP, concretamente
con los proyectos colaborativos eTwinning.
Por otro lado, el DUA se centra en el qué (barreras de acceso a la información),
cómo (barreras a la expresión) y por qué se aprende (elementos afectivos del
aprendizaje). Ahora, el foco no está en el alumnado, sino en el contexto, en la
diversidad de situaciones de aprendizaje que debemos ofrecer a nuestro alumnado
para trabajar las múltiples formas de representación, acción y expresión (cómo
percibimos la información, la comprendemos y actuamos en la práctica). En este
sentido, Alan Carrington (2014) presenta la Rueda de la Pedagogía como una ayuda
para relacionar las habilidades de pensamiento de la taxonomía de Bloom por
medio de diversas actividades con el objetivo de trabajar las competencias del
alumnado, teniendo en cuenta su motivación. Por esta razón, el objetivo de
buscar situaciones reales, valiosas y útiles para formar a nuestro alumnado
hacia un futuro próximo, sigue siendo el mismo.
En mi opinión, ambas
metodologías tienen un componente social muy significativo. El aprendizaje es
aún más rico y significativo cuando se comparte, cuando se trabaja en equipo. La
colaboración entre los miembros es fundamental para el desarrollo de nuevas
estrategias y habilidades de la vida cotidiana. Hattie (2017) así lo demuestra
cuando expone que los efectos y las influencias de los compañeros y compañeras,
la tutorización por compañeros, el aprendizaje en pequeños grupos con
agrupamientos variables y el aprendizaje cooperativo frente al aprendizaje
individualista obtienen unas puntuaciones por encima de la media.
Las
actividades están diseñadas para conectar los conocimientos previos con los
aprendizajes nuevos. Además, se plantean con distintos grados de dificultada
para que todo el alumnado pueda desarrollarlas. Este planteamiento nos ayuda a
guiar y orientar los procesamientos de información, visualización y manipulación
que vamos a trabajar y permite que todo el alumnado pueda acceder y comprender
los contenidos.
En ambas metodologías, el uso de las nuevas tecnologías juega un
papel fundamental porque suponen un gran apoyo para el aprendizaje y una
motivación para nuestro alumnado. Además, nos van a ayudar a evaluar aquello que
el alumnado debe lograr (conocimientos y competencias), a través de una
evaluación, que en palabras de Coral Elizondo Carmona “Una propuesta necesaria e
inclusiva”, se ajuste al nivel de cada alumno, elimine barreras y ofrezca
opciones para la expresión, comunicación, representación y compromiso en cada
uno de ellos/as.
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