El Diseño Universal en el la enseñanza es un enfoque didáctico que pretende Proporcionar múltiples formas de representación, de expresión y de implicación o el porqué del aprendizaje en el proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestros alumnos. Se trata de una enseñanza que permita al alumnado la posibilidad de sentirse protagonistas de su propio aprendizaje, que se sientan comprometidos y motivados. Sin embargo, este enfoque implica considerar la diversidad entre nuestro alumnado como un factor clave para dar respuesta a su proceso de aprendizaje. No se trata de etiquetar a nuestro alumnado entre aprobados o suspensos o de si supera o no los criterios establecidos para cada materia. El concepto de aprendizaje del alumno es mucho más amplio porque se desarrolla en un contexto que puede facilitarlo o dificultarlo y en el que intervienen tanto factores físicos como sociales o culturales.
El trabajo de las emociones juega un papel fundamental para que nuestro alumnado se esté motivado y se implique activamente en su aprendizaje desde la curiosidad, la atención, dando feedback adecuado, conectando lo aprendido con su vida diaria. En definitiva, haciendo que se sienta capaz de aprender y sienta que lo que aprende es significativo y útil. Sin embargo, para que este aprendizaje tenga sentido y utilidad, el pensamiento y las emociones deben estar presentes en nuestro el currículum, cosa que no ocurre. La planificación y el desarrollo del currículum debería tener presente la diversidad del alumnado y cumplir con una serie de requisitos como estimular la implicación del alumnado, aplicar medios de presentación y expresión múltiples y diversos, utilizar metodologías activas que promuevan la interacción, colaboración y cooperación entre el alumnado, incorporar procesos e instrumentos participativos de evaluación o seleccionar y elaborar materiales que cumplan con los criterios de igualdad, no discriminación y sostenibilidad, que tengan en cuenta la perspectiva de género y, además, que sean accesibles. Pero esto no está ocurriendo, aún estamos reproduciendo modelos que no se ajustan a la realidad que están viviendo nuestros alumnos y que no dan respuesta a sus intereses y necesidades.
Es cierto, como profesores manejamos mucha información gracias a las nuevas tecnologías y que en gran medida nos ayudan a diseñan metodologías activas que se ajustan a las necesidades e intereses de nuestros alumnos. Afortunadamente, contamos con una multitud de webs que ofrecen contenidos teóricos, imágenes, laboratorios virtuales, demostraciones de diferentes principios científicos, modelizaciones, bancos de imágenes, programaciones de actividades, etc. Herramientas que permiten al alumnado la realización de tareas o la resolución de situaciones y que contribuyen a conseguir ese alumno “experto”.
El potencial didáctico de estas tecnologías basado en la flexibilidad, permite ofrecer respuestas a procesos específicos. El uso de recursos digitales fomenta los contextos inclusivos porque se ajustan a las necesidades específicas de cada alumno y permiten dar una respuesta didáctica que garantiza y mejora el acceso a la información de todo el alumnado.
Sin embargo, y a pesar de contar con todos estos recursos, aún no sabemos de estrategias prácticas que nos ayuden a llevar estas ideas, del plano teórico a la realidad con la que nos enfrentamos cada día en nuestras aulas. Por esta razón, aún seguimos utilizando el mismo patrón para diferentes tallas. Aún estamos lejos de considerar la educación inclusiva de la que se habla en el marco teórico de nuestro currículum pero que no vemos en el día a día de nuestros centros.
Salvador Páez Rodríguez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario